Después de tanto extrañarlo por fin llegó el otoño a
la ciudad, ya las calles comienzan a teñirse de diversos tonos de ocres y da
placer la caminata sintiendo el crujir de las hojas bajo nuestros pies.
Sin embargo, no todas las personas tienen esta
visión romántica del otoño y mantienen una lucha encarnizada con las hojas que
se empeñan en caer y ensuciar su vereda y/o jardín. “En materia de gustos no
hay nada escrito” reza el dicho y es nuestro deber respetar este aparente
desagrado respecto de las hojas secas y la necesidad de desecharlas de alguna
manera; sin embargo, cuando la opción elegida es la quema, también es nuestro deber
advertir por qué es inadecuado e incluso peligroso quemar las hojas.
¿Por qué no quemar
las hojas?
La incineración de
residuos vegetales –ya sean restos de poda, hojarasca, etc.- generan, por un
lado, suciedad y humo que bien pueden resultar perjudiciales para personas con
problemas alérgicos o respiratorios, pero fundamentalmente cabe destacar que en
estos procesos se producen dioxinas y furanos, compuestos químicos clorados que
resultan a partir de procesos involuntarios de combustión. Estos elementos
pueden resultar peligrosos para
la salud, en especial en los niños; son no
solubles en agua, pero sí en aceites, lo que hace que se adhieran a
tejidos grasos. La exposición a estas sustancias puede aumentar los
riesgos de contraer enfermedades graves, trastornos hormonales
y neurológicos, así como debilitar el sistema inmunológico. La emisión
generada en la quema de hojas se considera gases de efecto invernadero, que produce
a su vez contaminantes orgánicos persistentes (COP)[1].
¿Qué hacer con las hojas secas?
En primer lugar, no debemos olvidar que las hojas secas son una valiosa fuente
de materia orgánica, pueden ser un gran insumo para nuestro compost; o bien,
secas y estrujadas pueden funcionar como mantillo para proteger el suelo y
ayudar a conservarlo húmedo y suelto. Recordemos que una capa de 5 cm de ese
material que cubra el suelo y rodee los tallos de las plantas, frena el
nacimiento de malezas y mejora las condiciones de cultivo.
Evitar la quema de
hojas nos ayudará en más de un sentido, sumando materia orgánica a nuestro
jardín, respetando normas básicas de convivencia y especialmente colaborando en
el cuidado de nuestro ambiente.
[1]
Entre la lista de
los COPs se incluyen los plaguicidas clorados usados en la agricultura, PCB
-plicloruro de bifenilo- y dioxinas y furanos, compuestos químicos clorados
obtenidos a partir de procesos de combustión.
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